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Erróneamente se cree que el Imperio Romano empezó a decaer al dividirse, cuando creció el Imperio Bizantino, o que menguó al crecer la fuerza de reinos llamados “árabes” o “celtas”, o incluso con el poder de las monarquías europeas o las conquistas napoleónicas. No es así.

Esta historia comenzó con Latinus. De su descendencia llegarían los troyanos y Roma, según el mito de Rómulo y Remo. Más tarde se viene a hablar de Roma como un reino grande, que estructura una República y, posteriormente, un Imperio.

 

El profeta judío Daniel realizó muchos vaticinios sobre los eventos globales que implicaron a los persas, helenos, egipcios y romanos, advirtiendo que aquellos serían el último gran imperio del mundo, y el que más tiempo duraría, hasta la llegada del gran reino eterno del Mesías. La secta judía de los esenios también advirtió del poder romano. Esto se volvió a intentar en tiempos más recientes usando a los nazis. La principal razón era la Biblia, puesto que la Iglesia Católica ha dedicado toda su historia a evitar que el pueblo conozca este libro, toda vez que el tal desautoriza el poder y existencia de la Iglesia Católica y el gobierno de los reyes de Europa, y da la autoridad de Dios al pueblo judío.

 

El imperio romano mutó de distintas formas, pasando a usar la religión como estrategia de dominio, hasta que, llegado el protestantismo, debió usar otro tipo de estratagemas para legitimar su poder. Así es como se creó la orden jesuita para controlar todos los estamentos de la sociedad, y pasaron su poder de Roma a la nación creciente de los Estados Unidos. Dado que los poderes constantemente se salían del control papal, ellos se las arreglaban para recuperarlo, creando vasallos. La corona británica fue puesta sobre los dominios del papado, y progresivamente, sobre todas las demás monarquías. La casa Windsor vendría a ser la siguiente en poder, tras Vaticano, controladora de Londres (la sede del poder financiero mundial) y con su propia religión autónoma (anglicanismo).

 

EE.UU. se convirtió en la parte más importante del poder de acción y aspectos políticos del poder romano. Así las Tres Coronas serían la gran ramera citada en el Apocalipsis, la Gran Babilonia. La analogía con la “vieja” Babilonia nos lleva a los tiempos del rey Nimrod y la torre de Babel. Todos los símbolos de las ciudades se basan en elementos francmasones plagio de la Biblia.

No puede dejarse de lado el rol de las familias afiliadas a ellos, que crearon y ostentan el poder del monopolio financiero, el dinero (la deuda), y su plan para el transhumanismo. Sacrificando a su tercera corona (EE.UU.), darán lugar a un último intento de dominio.

 

La destrucción de los EE.UU. para dar lugar al último escaño de poder de Roma (primero desde Bruselas (Bélgica) y justo después desde Jerusalem (Israel)), es fundamental para eliminar al resto de oposición al reino del Anticristo. Predigo la caída de casi todo el sistema financiero mundial y la eliminación del dólar, para ser seguido de la caída del euro, de modo que sean reemplazadas por un sistema digital que sólo tendrán quienes acepten una renta básica universal ofrecida a todo individuo que renuncie a su propiedad y acepte un tatuaje de identificación digital numérico: la Marca de la Bestia. Para lograr este objetivo, el poder satánico de este mundo se verá obligado a poner a todo el planeta en guerra, iniciando con un conflicto entre EE.UU. y Europa contra Rusia y China. Debilitando a las superpotencias se las llevará a la aceptación de un Gobierno Mundial bajo la soberanía de un falso mesías: el Anticristo.

 

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