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El Simbolismo de la Última Cena

EL SIMBOLISMO DE LA ÚLTIMA CENA

 

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Dos días antes del último Pesaj que Yeshua compartió con sus discípulos, los líderes de los sacerdotes del pueblo judío – los principales de los levitas -, junto con la oligarquía judía de aquel entonces en Yerushalim (Jerusalén), se reunieron en la corte del sumo sacerdote Kaaifas para conspirar, con el fin de aprehender y asesinar a Yeshua a través de medios engañosos. Sabiendo esto, Yeshua volvió a recordarlo a sus seguidores y les mandó que preparasen el Pesaj para llevar a cabo aquella comisión representativa que se conoce como “la Pasión”, lamentablemente mal entendida en el mundo cristiano – y en general en el mundo -. Esta acción por parte de tales oligarcas judíos y de sacerdotes levitas simboliza los razonamientos engañosos del ego, <<que se disfraza de ángel de luz>>, asumiendo que sus razonamientos son verdaderos, y que la verdad que se ha manifestado viene a atacarle, y pretende quitarle la supremacía, más allá de lo que hasta el momento ya le ha humillado. Esto es, asimismo, envidia, pues aquellos individuos se creían mejores que las demás personas, y creían que la verdad estaba supeditada a sus parámetros y modo de ver las cosas.


En esos días Yeshua estaba en Kfar Jananiah, en casa de un varón llamado Shimon, de quien se dice era leproso. Entonces una mujer se le acercó y derramó sobre su cabeza un ungüento costoso, mientras él se hallaba reclinado sobre la mesa, lo cual a los presentes les pareció mal por parte de la mujer. Ellos consideraban que esto podría haberse vendido y el precio haberse dado a los pobres. Yeshua, que percibía los pensamientos, les preguntó si acaso la estaban juzgando. Él les recordó que los pobres siempre los tendrían con ellos, pero no a él, y que lo que ella hizo es por razón de su entierro. Esto quiere decir que Yeshua había sido consagrado para dejar aquel estado-plano, como objeto del tránsito a una misión aún más grande, y dicha mujer había sido enviada por el Espíritu Santo para ungirle para esa misión. Este derramamiento de líquido para el paso a la siguiente etapa del iluminado está presente en el cielo, cuando observamos a la mujer que carga el cántaro con agua y lo vierte. El mismo ejemplo había pasado ya en otras ocasiones previamente, incluyendo la mujer que sacaba agua de un pozo, y que era samaritana. Este es el símbolo de Acuario, que es anunciado como la era de la trascendencia de la humanidad a Cuarta Densidad.


Entonces, en esos mismos días Yuda Ishkarioto - uno de los 12 apóstoles y tesorero del grupo - acordó con los que querían capturar a Yeshua, el entregárselos, por lo cual recibiría 30 piezas de plata (tal como había profetizado el profeta Zacarías (ver Zacarías 11:12-13)), que era una suma de dinero considerada bastante alta ya en aquel entonces, incluso para alguien de clase media. Desde entonces Yuda buscaba el momento propicio para entregarlo. Yuda es representado como aquel de los 12 apóstoles que simboliza la constelación de Escorpio (cada uno de los 10 grados de los 3 decanatos de Escorpio, que son esas “30” piezas). Aunque se ha dado a Yuda la fama de traidor – porque lo fue –, en el nivel de la mente este es el aspecto de la personalidad y la conciencia del ser que ha “dejado” a cualquier maestro exterior, para volverse él mismo su propio maestro. La referencia a la “plata” es porque alude al dinero, al valor de algo en comercio. En hebreo, plata es Kesef, del mismo prefijo que ‘Kisé’ (trono, asiento), pues es tanto relativo a la estabilidad financiera como al poder. La diferencia es que Kesef es el poder para poder actuar dentro del sistema, que está basado en comercio, mientras que Kisé es el poder para operar por sí mismo, por su propia autoridad. La letra Kaf es relativa al poder, la Samej al sistema en el que se opera o se está.


 Ahora bien, se dice que Yuda buscó el suicidio al ver que las cosas se habían salido de control, pues debía dejar su entonces forma y experiencia para ser lo que había de ser, según lo que ya había comprendido. Algunos manuscritos sostienen que Yuda creía que, al hallarse Yeshua entre la espada y la pared ante el Sanedrín, finalmente se mostraría como el mesías, pero al no ocurrir eso y ser sentenciado a la muerte, Yuda no pudo contener la culpabilidad. Yuda representa el carácter de quien ha decidido nacer de nuevo, y, por tanto, debe traicionar la vida, las imágenes y formas, los dioses y los espejismos del mundo, morir para poder renacer y experimentar el Reino de Dios, es decir, la vida superior o estado de conciencia del Espíritu. Es el que ama tanto a su prójimo – al comprender que es un reflejo de sí mismo – que entrega la vida por él (mata su presente concepción de sí mismo). Él intenta ahorcarse, pero cae y su cuerpo se revienta por un barranco, saliéndosele las vísceras, lo cual simboliza su interior, que de Escorpio es la estrella Antares. No se le dejó decapitarse, porque él estaba cumpliendo una misión más allá de su propia voluntad, pero debió ser “partido”, como el pan de la Última Cena. Mas este ejemplo del individuo que cae por un acantilado es el mismo que el de Sofía (la Sabiduría), cuando crea este universo y lo aleja de los reinos originales de los cuales procedía, relato que los griegos ejemplificaron con la diosa Hera, que, al querer imitar a Zeus creando a Atenea de su propio cráneo, ella crea, por el contrario, un ser deforme, y de la vergüenza - y para que nadie del Olimpo lo viese - lo lanzó desde allá arriba al mundo de los mortales.


Entonces, llegado el Pesa, cuando sus discípulos le preguntan a Yeshua dónde celebrarlo, él les manda a la ciudad, donde un hombre se ofrecería y ellos le dirían que ha llegado su tiempo y lo observará con él. Nuevamente aquí aparece el símbolo de Acuario, como dice el evangelio de Marcos: <<os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle…>> (cap. 14:13) La conmemoración del Pesaj es celebrar que hemos superado los programas errados del ego (como expliqué en la temática previa sobre el simbolismo del Pesaj). El hombre al que van es quien está “despierto” (palabra que en hebreo se dice ‘Aiír’) para recibir el privilegio de la llegada de la conciencia crística (pues el sonido hebreo ‘Aiír’ es tanto relativo a ciudad, como de estar despierto-consciente o vigilante, o sea, ‘Aír’). Cuando ha llegado el momento del iniciado y adepto de liberarse de sus guías externos, para comenzar a ser guiado por su guía interno. En ese lugar, la conciencia repasa las 12 etapas por las cuales ha trasegado, y llega la 12ª y última, que es Escorpio, el sacrificio, la renuncia. Así como el sol debe morir en el occidente (siendo Yeshua símbolo del sol), así también viene a ser el carácter de Escorpio.


Yeshua se sienta en el centro de la mesa para la cena de conmemoración del Pesaj, representando el sol en medio de las 12 constelaciones. El sol (en inglés ‘sun’) representa el hijo de Dios, siendo en inglés hijo ‘son’, y Dios representa el Cielo, o sea, el Espíritu. Desde nuestra visión, el sol nace en el oriente y se pone en el occidente. Y en la Tanak, para referirse al occidente, los hebreos decían “ha-iam” (el mar), indicando la orientación del mar Mediterráneo, que en el nivel de la mente es símbolo del subconsciente, y en el nivel de la forma simboliza el Más Allá. De esta manera, el hijo del hombre (todos nosotros) muere y revive repetidas veces, hasta que llega el momento de finalizar este ciclo de renacimientos. El occidente es de donde se alza el sol (de ahí el hebreo ‘Mizrajéi’), que algunas veces definían como Kedem (detrás, lo opuesto), que es de la forma Kadima (ir hacia adelante), cuya primera y última letra forman ‘Kam’, de la forma ‘Kum’ (levantarse). Este sol es la luz de la conciencia que ilumina cada uno de los 12 aspectos del carácter del hombre que han de ser perfeccionados. La cena es la última comida del día, cuando llega la noche, o sea, el aprendizaje final del alma antes de abandonar este plano.


Entonces Yeshua les dice que uno de ellos le iba a entregar. Cada uno de ellos le preguntaba quién sería, y entonces él les dice que el que meta la mano con él en el plato será quien le venderá. Se refiere al que “participa” con él, que sería Escorpio. La palabra hebrea para plato es ‘Kaarah’, con las letras Kuf, Ain, Reish y He, y la palabra hebrea para escorpión es ‘Akrab’, con las letras Ain, Kuf, Reish y Beit. Kaarah y Akrab son esencialmente temurá el uno del otro, anagramas con las mismas letras que sirven de prefijo, siendo el “plato” en la expresión, y Yuda el representante. El escorpión simboliza un azote o látigo de tortura, la base de dicha experiencia, y esto es porque Escorpio es supremamente pasional, y ese apasionamiento desmedido ciega la conciencia. Saben escuchar bien, como Yuda, que entendió bien a Yeshua, pero, así como Jevah-Sofia-Hera (símbolo del sistema emocional del ser), actuó sin pensar, sino desde sus meras emociones, así hizo Yuda, el hijo de Karioto (o ‘Judas Iscariote’).




En ese instante nadie cayó en cuenta que Yuda acababa de meter la mano en el plato al mismo tiempo, mientras todos los demás venían tomando del mismo plato y seguían cogiendo. Esto significa que hubo cierta aleatoriedad en escoger a Yuda, no un destino obligado sobre él (fue quien el Padre Uno eligió en ese momento). Podría haber sido cualquiera, porque todos son aspectos del carácter que están siendo perfeccionados. El texto hebreo dice que, de haber sabido ellos que era Yuda, los demás habrían caído sobre él. Si bien, era necesario que esto ocurriese, pero Yuda habría deseado no haber nacido, a causa de la culpabilidad que habría sobre él y la fama negativa por toda la historia desde entonces. Entonces Yuda le interrumpió y preguntó si sería él, y Yeshua le dijo que él mismo lo acababa de decir. Esta pregunta es un reflejo del autoconocimiento del individuo, cuando aún necesita confirmación de su maestro exterior sobre lo que ya había decidido al escuchar a su maestro interior. Está escrito en algunas versiones del Nuevo Testamento que Yeshua le dice a Yuda que vaya a hacer lo que debe hacer. Él le manda, le da la orden, como previamente había dicho, <<os doy poder sobre serpientes y escorpiones>>, pues Escorpio es el escorpión, y sus decanatos son Serpens, Ofiuco y Hércules. Primero la serpiente simboliza al ego, como dijo el evangelista, <<y satanás entró en él>>, luego el luchador se enfrenta a la serpiente (Ofiuco), cargando sobre él la culpabilidad de lo ocurrido, y finalmente el héroe se sacrifica (Hércules), como dice la leyenda griega: Hércules vistió la ropa de un centauro (otra versión dice que de la hidra de Lerna) bajo engaño de su esposa Deyanira – celosa por su infidelidad -, el cual tenía aún su “sangre”, y esto atravesó su piel causándole la muerte en llamas, aunque otra versión dice que, de la desesperación, se lazó por un precipicio y murió. Eh ahí, Yuda.


Entonces, en cierto momento Yeshua cogió un pan y lo partió y les dijo que cogieran y comerán, que eso era su cuerpo. La palabra hebrea para pan es ‘Lejem’, que numéricamente es 78, igual que ‘Melaj’ (sal). El pan es tanto símbolo de la asimilación de conocimiento, como símbolo de la materia. Este sería analogía misma del cuerpo del cordero del Pesaj, también representado en la constelación de Aries (el inicio del año, el comienzo de la primavera). El pan aduce a la materia, a lo que compone cada cosa en este universo. Así es, porque todos estamos compuestos por lo mismo que el universo, y el universo fue – y es - creado por nuestra mente.


Nuevamente Yeshua toma un objeto y lo reparte, siendo éste ahora el vino, como analogía de la sangre del cordero del Pesaj, y dice que es su sangre, no sin antes dar alabanzas (toda vez que el vino es asimismo símbolo de regocijo). Agrega que este vino es símbolo de la Nueva Alianza, y que será derramado para expiación de iniquidades. La palabra hebrea para vino es ‘Iain’, que numéricamente es 70, igual que Paroquet (velo), Ktoret (incienso) y Hatgalot (revelación). Pero, además, en griego, vino es Oinon, que también en gematría griega es 70, como Sofía (sabiduría). El número 70 es de la letra hebrea ‘Ain’, que es el ojo de la apertura de la conciencia interior. La Nueva Alianza se refiere a lo mencionado por Ieremiahu (ver Jeremías 31:31), sobre un nuevo pacto que habría con Israel y con Yhudah (Judá), relativa a tener su instrucción en su mente-conciencia y su conocimiento en su corazón, siendo así una toma de conciencia en el Espíritu sobre la mente (Adam) y un conocimiento de la verdad que dirija sus emociones (Jevah). El pacto anterior fue invalidado, donde IHVH era como el esposo de Israel, igual que Jevah habría invalidado el pacto matrimonial con Adam, ya que las emociones descontroladas actuaron sin pedir consejo a la mente analítica y racional.


Y el uso adicional del símbolo de la sangre es porque representa a todos los adámicos del universo, los que hemo venido de los reinos superiores a experimentar en estas dimensiones (incluyendo miles de reencarnaciones). Se usa la analogía del derramamiento de sangre como lo tenían los hebreos y otros pueblos como símbolo de remisión-compra por las transgresiones a la ley divina y a la instrucción y normativas recibidas. Los animales sacrificados para expiar las culpas y la iniquidad representaban los diversos aspectos de la personalidad, siendo cada animal un arquetipo de las características de la actitud del hombre. Los sacrificios de animales también querían indicar a la mente una pérdida, dando a entender que cada acción ajena a la unicidad y el equilibro universal, termina por causarnos pérdida y sufrimiento.


La Expiación es lo relativo a “cubrir” (del hebreo Kaperet), como el nombre de la ciudad Kaper-Najum (Cafarnaúm). No es algo que elimina, sino que tapa, en analogía con enterrar lo malo. Así, la idea de expiación es en realidad borrar los programas errados y sustituirlos por programas beneficiosos, ya que de los programas mentales derivan las consecuencias en nuestra vida. En consecuencia, expiación debería entenderse como “corrección” y “sanación”, formando un nuevo individuo. Este concepto de “cubrir la iniquidad” – como profetizó Daniel (ver Daniel 9:24) – era una significación importante para los judíos, según su tradición, porque tenían arraigada la idea de la iniquidad como concepto que los alejaba de su dios. En efecto, la iniquidad es la contaminación de la mente que evita ver el Espíritu.


Agrega Yeshua que no bebería más aquello, siendo que, hasta el momento, ellos solían beber vino a menudo. Era una forma de decir que no celebraría más hasta que todos estuviesen nuevamente juntos, pero en el estado pleno de conciencia (o sea, no disfrutaría de ese placer hasta que la conciencia fuese una). Y agregó con ello que no tomaría concretamente de ese fruto de la vid, que es símbolo de la existencia, de la vida en el mundo (por eso Gepen (vid) es temurá de Nagap (tropiezo, plaga)). Aquí una analogía a la “sangre” (como el vino) en el Nilo y la muerte en las demás plagas de Egipto, hasta la del Pesaj (la sangre del cordero).


Luego de esto se fueron al valle-monte de los olivos, que representa el cielo, ya que allá moran las 12 constelaciones y nuestro sol, y de allá desciende el Espíritu Santo (aceite de oliva). Yeshua les dice que se lamenten con él, porque será herido el pastor y se dispersarán las ovejas (como señala Zacarías 13). Esto es así porque cuando llega la prueba, se pone en tela de juicio el nivel de convicción del adepto. El que ha escuchado y se mantiene firme (Shimon Kefa) se niega a aceptarlo, pero este también es un aspecto del carácter del adámico que debe perfeccionarse, toda vez que, aún por varias etapas deberá pasar antes de que llegue el momento de su iluminación.


Después avanzaron hacia la aldea de Gii-Shemani (Getsemaní), pues es la siguiente fase, donde la conciencia del ser es llamada para emprender el camino final de su último ciclo en prueba en el mundo de la ilusión. Ahí se confirma que la primera parte de la conciencia que está lista debe avanzar sola, porque las demás aún deben perfeccionarse, aun cuando tienen el buen deseo. Esto es porque mientras estamos en el mundo (el cuerpo) estamos sujetos a las ataduras de la materia y sus espejismos. Ahí, Yuda traiciona a Yeshua con un beso, que era el código de amistad y amor del grupo. Ese beso simboliza el riesgo que toma el adepto hacia la renuncia de su guía, el paso de fe que da para “lanzarse al vacío”. Por eso la misma palabra Neshek (beso) también traduce armas, prender fuego y estar armado, toda vez que ahora el adepto toma la decisión de valerse por sí mismo y buscar el camino por su cuenta. Yeshua le dice, “colega, ¿qué has hecho?”, lo mismo que cuando la Sabiduría traicionó al Jristós, en su deseo de perfeccionarse, pese a no ser consciente de las repercusiones de sus actos, tal como describe también el Génesis sobre la prueba del “fruto prohibido”.


A partir de ahí es llevado, azotado y finalmente crucificado. Primero el ser debe enfrentarse a los espejismos de ataque, de tramas, de dolor, de humillación, de miedo, de impotencia, de todo tipo de “injusticias”, etc., porque conoce que nada de eso es real. Así lo expresó David en el Salmo 22, <<jauría de perros me han rodeado… me escarnecen, menean la cabeza…>>, pues algunos demonios internos quieren atormentarte, pero ya tu mente no da cabida a estos pensamientos. Tratan de hacerte creen en amenazas, en juicios, en tramas y conspiraciones, en traición, en peligro, en pérdida, en muerte… pero la mente iluminada ya no cae en sus tretas, ha comprendido que el mundo no es real. Por eso Yeshua no responde nada ante el concilio ni ante Hordos (Herodes), mas ante Pilatos, que simboliza la conciencia racional – aunque no equilibrada – o “lógica” humana, sí responde. Lógica pretende explicarle su punto de vista, pero la Verdad le recuerda que sólo tiene lugar esa circunstancia porque es la que está preestablecida. Y esto es así porque vivimos las experiencias en entornos determinados por ciclos, y ellos son los que determinaron que lo que debía pasar fuese bajo esas condiciones (ej. los romanos), como Yeshua agregó: <<no tienes más poder que el que te ha sido dado desde arriba>>, o sea, desde la jerarquía romana, refiriéndose también al destino, porque quien puso a Pilatos en su lugar fue Tiberio cesar.


Yeshua significa “salvación”, y hubo otro “Yeshua” a su lado, a quien propusieron liberar. Uno venía de Nazaret (consagrado) y el otro era hijo de un tan Aba. Así, vemos que la mente puede elegir si es salvación de quien se ha consagrado, o si es salvación del hijo de su padre. Uno elige dejar huella, mas el otro no. Es una muestra del poder de la manifestación, pues esa misma noche Yeshua pidió a su padre (Aba), que, si fuese posible – entro de las variables de continuidad espacio-tiempo de probabilidad-posibilidad – lo liberase, y así fue. Yeshua Bar-Abá fue liberado, pues simboliza el hijo que llevaba mucho tiempo preso, el cual sería el primero en ser liberado. Se hace libre porque había llegado la hora (en las fiestas liberaban a un preso), y sabemos que podemos ser libres de este mundo, pero también avanzar en él con sus pruebas, y dejar una marca permanente en los que vendrán después, como quiso hacer Yeshua.


Finalmente debe cargar por última vez con la realidad de lo que su mente hubo creado (el madero), para ser clavado en una cruz. Por momentos será ayudado (el que le ayudó a cargar la cruz), pero eventualmente verá que nada hay ya en el mundo que le sea de consuelo o alivio (vino con hiel). El cireneo que es obligado a ayudarle con la cruz simboliza la conciencia de su ser que le recuerda que ha oído la voz del llamado para ir más allá, a lo profundo, a un nivel más interior de la verdad, para conocer plenamente y vivir plenamente el enramado de la existencia desde un estado superior. R eso el hombre se llamaba Simón (del hebreo Shimon), de la palabra ‘Shmá’ (oír), y la ciudad griega de Cirene (Kurinaion) era llamada por los judíos Kurini, cuyo sufijo hebreo (Kur) es tanto “cavar para sacar agua”, como “tela de araña”.


Deja entonces todo listo – como cuando dice a Iojanan que tenga a su madre (símbolo de Virgo) – y así dejó el cuerpo preguntando al Uno porqué lee ha dejado, ya que tiene lugar la transición de un mundo a otro. Entonces se rasgó el velo del templo de arriba abajo. Si bien, se ha especulado mucho sobre la expresión que dijo Yeshua, <<eli, eli, lamah azbatni>>, la numeración de esta frase suba exactamente 700, igual que Paroquet (velo), y es simbolizada en Kabalah con la letra Nun sofit, o Nun final, que es relativa al arraigo reino del Mesías. En sí, Nun simboliza la fertilidad y la continuidad, representando un pez que vive en el agua y se multiplica abundantemente. Es una letra de renovación y potencial, sugiriendo el crecimiento y la prosperidad continua.





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