LOS ANIMALES NUNCA EVOLUCIONARON
Frederick Guttmann R.

* langosta de 65 a 144 millones de años, de Lower Greensand (Atherfield, Isla de Wight, Reino Unido).
Una de las historias más interesantes en las que se puede profundizar es el misterio del ‘Árbol de la Vida’, materia que, aunque no lo parezca, no se remite el Génesis bíblico, sino que aparece un casi todas las culturas del mundo. Aunque esta idea es un mitema o arquetipo generalizado en las mitologías del mundo, relacionado con el concepto más general de árbol sagrado, la misma expresión "Árbol de la Vida" fue utilizada como una metáfora del árbol filogenético de la descendencia común en el sentido evolutivo en un famoso pasaje de Charles Darwin (1872). Como siempre, a conveniencia las cosas se sacan de contexto: «Así como los brotes, por crecimiento, dan origen a nuevos brotes, y éstos, si son vigorosos, se ramifican y sobrepujan por todos lados a muchas ramas más débiles, así también, a mi parecer, ha ocurrido, mediante generación, en el gran Árbol de la Vida, que con sus ramas muertas y rotas llena la corteza de la tierra, cuya superficie cubre con sus hermosas ramificaciones, siempre en nueva división.» (El Origen de las Especies, cap. 4)
De forma irrisoria Charles Darwin se ha convertido en una especie de profeta de una nueva religión: la atea. Aún cuando su única carrera era de teología y él mismo nunca negó la existencia de Dios, con todo, sigue siendo una herramienta útil en la propaganda o argumentación antirreligiosa: «El que crea que cada especie equina fue creada independientemente afirmará, supongo yo, que cada especie ha sido creada con tendencia a variar, tanto en la naturaleza como en domesticidad, de este modo especial, de manera que con frecuencia se presente con rayas, como las otras […] a producir híbridos que por sus rayas se parecen, no a sus propios padres, sino a otras especies del género. Admitir esta opinión es, a mi parecer, desechar una causa real por otra imaginaria, o, por lo menos, por otra desconocida. Esta opinión convierte las obras de Dios en una pura burla y engaño; casi preferiría yo creer, con los antiguos e ignorantes cosmogonistas, que las conchas fósiles no han vivido nunca…» (El Origen de la Especies, cap. 5)
Tomando meros comentarios aislados de Darwin se han creado teorías extraordinarias, y se han inventado tesis que jamás se han probado. Pero es una mala costumbre social dar por sentadas las cosas sin siquiera tomarse el tiempo en probarlas o comprobarlas, incluso cuando se habla de la ciencia, siendo que los propios científicos por lo general tratan de ser objetivos a la hora de plantear sus opiniones y no suelen consideran que sus postulados sean hechos irrefutables o inamovibles: reconocen que la ciencia son cálculos, análisis y conjeturas, y siempre está cambiando y evolucionando.
En ese sentido ocurre que se ha enseñado progresivamente a la sociedad - especialmente occidental - que todas las especies proceden de un tronco común y que han ido variando a través de hibridaciones y mutaciones favorables. Este tipo de argumentos son discutidos y refutados constantemente, aún fuera del conocimiento del ciudadano de a pie. Lo más impactante de todo este mundo de las teorías evolutivas tan enmarañadas e intrincadas es que, a pesar de ser un nudo lleno de suposiciones atadas a otras suposiciones, es que lo verdaderamente importante, que es la objetividad, se ha ido perdiendo en el común del criterio social. Si en vez de basarnos en teorías nos basásemos en hechos empíricos y pruebas reales, los paradigmas serían muy distintos.
El árbol universal de la vida del evolucionismo es una metáfora, modelo e instrumento de investigación utilizado para interpretar la evolución de la vida y describir las relaciones entre organismos vivos y extintos, pero el record paleontológico no encaja con la tesis propuesta, y la razón de no reconocer esta verdad es simplemente por el deseo antropocéntrico humano y la imperiosa necesidad de tener una ideología sobre la cual basar la estabilidad existencial, y que no tenga que ver con “religión”. Los registros no solo tiran por tierra teorías como la evolutiva (mayormente de corte darwinista), sino la tesis clásica del creacionismo, dejando entrever que la teoría de la Panspermia dirigida sería la que al final resulta ser la victoriosa en la carrera de la comprensión sobre nuestros orígenes. Sería extremadamente extenso entrar en detalles sobre cada faceta de estos argumentos para probar o refutar lo que hay de cierto y lo que no, y en qué medida, pero lo que sí quisiera comentar en este artículo es lo que refleja el récord de los hallazgos bajo tierra.
De acuerdo a la hipótesis evolutiva las formas de vida pluricelulares aparecieron cerca del Precámbrico; las formas marinas ya estructuradas y complejas aparecieron en el Paleozoico (en el Cámbrico, hace unos 500 millones de años); los grandes peces ya más “evolucionados” habrían vivido desde el Ordovícico; tras la primera extinción masiva, en vez de empezar de cero, la especies vuelven aparecer, y más “desarrolladas”, en el periodo Silúrico, incluyendo los insectos; del Devónico al Carbonífero (circa 350 millones de años) aparecerían los anfibios y reptiles terrestres, precisamente en la segunda gran extinción masiva; una vez más, en vez de empezar de la nada, las especies, por el contrario, vuelven a aparecer y aún más “evolucionadas”, finalizando con el Pérmico y la tercera extinción masiva; ahora empieza la era Mesozoica (hace unos 250 millones de años), la de los dinosaurios, que es golpeada por una cuarta extinción masiva entre el Triásico y el Jurásico, y sobre los 150 millones de años atrás da nacimiento a la era cretácica y la gran diversidad de la vegetación; este periodo finaliza con el Cretácico y la quinta extinción masiva; no obstante, milagrosamente, otra vez las especies aparecen y de forma más “evolucionada” que la anterior; entonces llega la era Cenozoica, con el periodo Terciario y los mamíferos cerca de 50 millones de años atrás. En ese camino los primeros antecedentes pre-humanos llegarían hace unos 3 millones de años con aparentes seres simiescos.
Hemos de preguntarnos en qué consiste esa “evolución” de las especies. A excepción de los dinosaurios, y algunas criaturas extintas, los organismos desde el inicio presentes, siguen estando ahí. Lo que se ve es la aparición espontánea de ciertas especies, pero no a expensas de las anteriores, no dejando en medio ningún tipo de evidencia de seres transicionales. Según este Árbol de la Evolución la especies habrían derivado unas de otras, a expensas unas de otras, pero esta teoría tiene serios inconvenientes, toda vez que como he comentado, las especies volvían a aparecer tras extinciones masivas, y no empezaban otra vez, sino que quedaban en el punto en que se habían frenado y misteriosamente aparecían de golpe nuevas especies. Aún más, estos organismos se suponía que se iban extinguiendo y con el correr de los millones de años llegaban otros nuevos. No obstante, todo esto es refutable a la luz de los descubrimientos, puesto que - como trataré de ir aportando progresivamente – los animales, los hombres y hasta las plantas no siguen el modelo establecido que les asigna el Árbol de la Evolución, y esto debería animar a muchos a cuestionarse sus creencias darwinistas.
En China fue descubierto en 2006 un tipo de ardilla voladora de 36 millones de años de antigüedad, y años antes una especie de mamífero acuático semejante, pero de más de 135 millones de años (es decir, al menos 100 millones de años antes de su época). ¿Cuál fue el ancestro de los mamíferos? Nunca se han encontrado ancestros de especies eucariotas metazoos que sean de distintos filos, clases y órdenes (solo se puede documentar, como en el presente, cruces entre familias, y no siempre son exitosos). Dicho de otra forma: peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos son distintos unos de otros en el mundo vertebrado (como lo son con los cnidarios, esponjas, anélidos, artrópodos y moluscos), y ninguno vino del otro, sino que cada uno derivó de su propia especie, género y, teóricamente, de su misma familia.
El número 283 (dic. 2004) de la revista ‘Muy Interesante’ hacía eco del descubrimiento del fósil de un arácnido que vivió en la Era Carbonífera (300 millones de años), como uno de los tantos ejemplos que podrían darse para mencionar animales de aquel entonces que son los mismos que hoy. En mi libro, ‘Creación vs. Evolución’ (2010), comento muchos de estos desperfectos del paradigma aceptado, y aporto nombres y reportes sobre algunas de las tantas especies que no han variado: «Un problema conceptual sobre la hipótesis de la evolución de las especies radica en el hecho de que prácticamente todos los animales del pasado siguen siendo los mismos que en el presente. Es decir, no han sufrido ningún cambio o proceso. En este sentido podemos encontrar animales prehistóricos aún en el presente.» Algunos ejemplos:
• Algas: Stromatolites (no han variado en 3.300 millones de años)
• Antílopes: Antilocapra.
• Avestruces: Diatrymas, Brontornítidos, Hesperornis, Phororhácidos y Odontognatas.
• Caballos: Orohippus, Diadiaphorus, Hipparion y Eqqus.
• Camellos: Macrauchenia y Alticamelus.
• Cangrejos: Notopocorystes.
• Caracoles-amonitas: Amalteus.
• Civetas-mangostas.
• Cocodrilos.
• Corales: Hipurites y Zaphrentido.
• Cucarachas.
• Dragones de Comodo: Varanosaurio.
• Elefantes: Mamut, Mastodonte, Paleomastodon y Anancus.
• Escorpión trilobites: Euryptérido.
• Estrellas de mar.
• Gaviotas: Ichtiornis.
• Gusanos peripatus: Aysheia; gusano común: Onicóforos.
• Lagartijas: Hylonomus.
• Hienas: Percrocuta.
• Hipopótamos: Diprotodón y Toxodon.
• Hormigas.
• Jirafas: Helladoterium y Okapis.
• Libélulas: Meganeuras.
• Lirios de mar: Crinoideos.
• Mantas raya: Aëtobatus y Límulo.
• Marsupiales: Thylacosmilus y Oposum.
• Medusas: Medusina Dawsoni.
• Moluscos: Cefalópodos (no han sufrido modificación desde hace 225 millones de años)
• Monos: Notarcus, Australopitecus, Homo Habilis, “Ida”, Plesiadápsido y Ramapitecus.
• Murciélagos.
• Ostras: Cardium, Schizodus y Steblochondria.
• Perros: Borhyaena y Thylacinus.
• Pumas y otros felinos: Smilodon y Machairodus.
• Rinocerontes: Diceros, Arsinoitherium y Uintaterium.
• Saltamontes y grillos: Neopteros del grupo “Palaeoptera”.
• Sardinas: Synodus.
• Serpientes: Lepospóndilos Serpentoides.
• Tiburones: Cladoselache, Galeocerda y Odontaspis.
• Tortugas: Triassochelys, Proganochelis y Archelon.
Dado que aportar todos los detalles sobre cada una de estas afirmaciones sería para aportar varios libros, me remitiré a dejar algunos casos recientes que dejan patente que en millones y millones de años la inmensa mayoría de las especies conocidas no han cambiado (pondré ‘m. a.’ para resumir la referencia a ‘millones de años’). Acá algunos casos:
- Los ácaros son uno de los grupos más antiguos de animales terrestres; se conocen fósiles suyos del Devónico Inferior, hace unos 400 millones de años.
- Araña, áfido y mosca de 50 m. a. Período: Eoceno. Ubicación: Polonia.
- Escorpión de 45 m. a. Período: Eoceno. Ubicación: Rusia. Con todo, los ejemplares más antiguos conocidos vivieron en el período Devónico (hace 417 a 354 millones de años).
- Otros insectos de 125 m. a. Período: Jurásico. Ubicación: Provincia de Liaoning, China. En contra de lo que afirman los evolucionistas, estos insectos, varias especies de las cuales son encontrados fósiles del período Carbonífero (hace 354 a 292 millones de años), no tienen antepasados evolutivos.
- Cucaracha de 125 m. a. Período: Cretáceo Inferior. Ubicación: Provincia de Liaoning, China.
- Ciempiés, abejas melíferas, hormigas o libélulas halladas en Jantarny (Países Bálticos), conservadas en ámbar, y cuya antigüedad se remonta a 45 m. a.
- También en China (en Junggar y la provincia de Gansu) se han encontrado fósiles de hienas en estratos de 5 a 23 m.a.
- Esturión - como el actual - de 65 a 144 m. a. en Provincia de Liaoning (China).
- Cráneo de cocodrilo fosilizado de 37 a 54 m. a., de las minas de fosfato de Khouribga (al norte de África).
- Garrapata de 25 m. a. conservada en ámbar hallada en República Dominicana, así como un milpiés y un escarabajo histeridae.
- Caballito de mar y un centriscus del Eoceno, fosilizados.
- Camur baligi, fósil también del período Eoceno.
- Celacanto, con casos de fósiles de 70 m. a.
- Cangrejos fosilizados de 50 m. a. en Suramérica, sin cambios, y otros de Dinamarca en la costa de los Limfjords. Asimismo en Alemania fósiles de cangrejo herradura de 150 m. a. sin cambio alguno. Y otros casos de Bélgica con 70 m. a.
- Camarones como los de hoy fosilizados hace millones de años, hallados en Suramérica o en Alemania, de 150 m. a.
- Fósiles de linces de 57 m. a.
- Fósiles de cráneos de lobos de 4,9 m. a. hallados en Gan Su (China) sin un solo cambio, y casos de lobos grises, también fosilizados, hallados en estratos de 69 m. a. en Shan Dong (China).
- Mapaches fosilizados de 4,3 m. a., también en el yacimiento de Gan Su, y sin ningún cambio estructural.
- En Zi Bo (China) se han hallado cráneos de oso fosilizados de 4,4 m. a.
- Se han hallado peces y rayas de mar fosilizadas del periodo jurásico.
- Otros casos de arañas en ámbar de 45 m. a. descubiertas en Lituania, junto con ejemplares de mosquita del hongo y mosca común.
- Fósiles de peces como el Amia calva de 37 a 54 m. a. de Messel Shales (cercanías de Frankfurt, Alemania).
- Fósiles de Rana con 50 m. a. también de Messel Shales.
- Del mismo lugar también fósiles de serpientes de 50 m. a.
- Erizos de mar fosilizados en Charente Maritime (France), con 150 m. a.
- Artrópodos invertebrados como el chinche de las flores, fosilizado en estratos de 50 m. a., descubierto en Polonia.
- Langostas halladas fosilizadas en Lower Greensand (Atherfield, Isla de Wight, en Reino Unido), con unos 65 a 144 m. a.
- Pez guitarra de 95 m. a. de Haqil (Líbano) y también una raya de 95 m. a.
- Pez sierra de 95 m. a. de Hajoula (Byblos, Líbano) y un pez volador del cretáceo medio.
- Moscas del amor de 50 m. a. de Columbia Británica (Canadá).
- Tortugas comunes fosilizadas en la formación de Brule, Sioux Country (Nebraska, EE.UU.), con 23 a 38 m. a.
- Avispas de 37 a 48 m. a. en River Formation (Uintah, Utah. EE.UU.).
- Gorgojos (curculionida) de 37 a 54 m. a. en Utah.
- Conejo común hallado fosilizado en la formación de White River (Lusk, Wyoming. EE.UU.), con 33 m. a.
- Raya látigo y arenque de 37 a 54 m. a., de la formación de Green River, igualmente en Wyoming.
- Larva de libélula de 125 m. a. fosilizada en la formación Santana, Nova Olinda Member (Araripe Basin, Brasil).
- Ostra fosilizada de 150 m. a., hallada en Chile.
Al lado de estos casos también hay árboles y hojas fosilizados (álamo, aliso, palmera, lucio, helecho, hayas, amelanchier, ginkgo, jaboncillo, magnolia, olmo, nogal, ostrya, robinia, sauce, serbal, abedul, zelkova, tupelo, abeto, higos, sicómoros, keaki…) que no han sufrido ninguna alteración en millones de años, y no solo no tienen un ancestro distinto a su propia especie, sino que aparecieron – como con el caso de los animales – de forma repentina. Incluso hay coníferas fosilizadas de millones de años (y de estas hay casos y casos, como las piñas de pino de 23 a 65 m. a. de New Bamberg, Alemania). Y bueno, todo ello sin contar con la lista interminable de evidencias humanas de estratos de hace millones de años de EE.UU., Turkmenistán, Rusia, Sudáfrica, Marruecos, Italia, Francia, México, Alemania, Canadá, Argentina y otras tantas partes del mundo. Asimismo los tantos testimonios registrados y documentados de dinosaurios que aparecen muy posteriormente a la fecha en que se presume que se extinguieron. Pero ese será otro capítulo.