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La Biblia y los Dinosaurios

Actualizado: 7 jun 2022

DINOSAURIOS Y HUMANOS


¿Convivieron humanos y dinosaurios según la Biblia? Primeramente habría que considerar que la palabra “dinosaurio” solo existe desde 1822, de modo que cualquier espécimen o hueso que se hallaba recibía la identificación con algún elefante. Un reptil enorme, como su nombre indica (dino-sauria = lagarto terrible) habría sido considerado un monstruo temible, y en tiempos remotos dichos huesos eran considerados evidencia de dragones. En 1882 el libro Oahspe refiere: «El Señor tu Dios encontró un lugar lleno de animales de presa y grandes serpientes, que debió destruir…» (Oahspe. Libro 15. Cap. 3:4)



Las relaciones que podríamos encontrar serían con definiciones tales como serpiente o reptil, aunque la serpiente es estrictamente un reptil sin extremidades. La primera mención bíblica a algo semejante se aprecia en el libro del Génesis, cuando en el capítulo 1:21 sostiene:

«הגדלים את־התנינם אלהים ויברא»


El texto hebreo en cuestión se translitera de la siguiente manera: “VeIbrá Elohim et-haTaninem haGdolim”, y quiere decir: “Y creó Elohim los grandes Taninem”. La forma “et” significa “con”, pero su uso reiterado en la forma estructural de la frase indica la importancia en enfatizar sobre aquellos “taninem gdolim”, como si dijesen “esos famosos” o “conocidos”, o simplemente refriendo que fue justamente ahí cuando dichas criaturas aparecieron.


El traductor escribe Taninem como “monstruos marinos”, que en griego denominaron Tiria (bestia) y en latín Cete (ballena). Considerando que la distribución zoológica que presenta pretende describir las formas de vida existentes, estaríamos asumiendo que las ballenas son un grupo básico de las formas de vida de la Tierra, y no una entre muchos más. Pero supongamos por un momento que esto es así, y habla de ballenas. Con todo, si se referirse solamente a las ballenas, el idioma hebreo usaba ya la palabra ‘Leviatán’ para este respecto, mas dicho vocablo únicamente aparece 5 veces en la Tanak (en Job 3:5, 40:25; Salmo 74:14, 104,26 e Isaías 27:1), ninguna de las cuales figura en el libro de Barashit (Génesis). En realidad Tanin - cuyo plural es Taninem, o Taninim – suele traducirse en las biblias al castellano como Dragón (incluso en las versiones del inglés, como Dragon), constando así más de 18 veces (7 de ellas en la Tanak, y otras 11 en el Nuevo Testamento, según la forma griega Drákon).


En Job 7:12 el traductor, en cambio, tradujo Tanin al castellano como ‘monstruo marino’, y en inglés ‘sea monster’, aunque en griego dejaron la forma Drákon. Nuevamente aparecen en plural, como en Génesis 1:21 los tales “monstruos marinos” en los capítulos 74:13 y 148:7 de los salmos. Deuteronomio 32:33 nos habla del “jamat taninem”, que traducen en español como “veneno de serpiente”. Las ballenas y las serpientes no son parientes, de hecho, las ballenas son mamíferos, de sangre caliente (a diferencia de los peces que son de sangre fría), y las serpientes son reptiles, de sangre fría. Unas paren y las otras ponen huevos; unas son de mar y las otras en su inmensa mayoría son de tierra. Si bien, en este caso, los traductores al griego escribieron “drakónton” (dragón), y al latín “draconum” (dragón).


Gideon Mandell fue quien en 1922 fue el primero en usar el vocablo “dino-sauria” para referirse a huesos de estos reptiles gigantes, que hasta el momento eran conocidos en todas las culturas como “dragones”. Mirando el libro de Job, encontramos la mención singular de dicha criatura, Tanin, al citarlo en el capítulo 7:12 como un “monstruo marino” que acaso necesita que le pongan vigilancia. ¿Quién poner guarda a una ballena? Aunque en latín vuelven a llamarlo Cetus (ballena) en griego lo denominan Drákon (dragón).


El profeta Isaías, en el capítulo 51:9, va más lejos al decir que en un tiempo muy remoto Iaheveh “hirió al Tanin”. Esta palabra es traducida en todo momento como “dragón” (la versión griega simplemente suprime esta parte). Bien, podríamos suponer que son monstruos marinos, aunque es extraño que una hazaña de Iaheveh fuese hacer daño a uno de estos en particular, especialmente sabiendo que las ballenas son inofensivas. Aun así, eso no explica por qué Deut. 32:33 habla del “veneno” de esta criatura. Las ballenas no tienen veneno. Curiosamente cuando vamos a la historia de Israel en Egipto, Iaheveh le aparece a Moisés y le convierte su vara en una Najash, que se traduce por serpiente o culebra, pero al decirle que repita este ejercicio él con Aarón y delante del faraón, esta se convierte en un Tanin; un Tanin que además se devora a las otras imitaciones de Tanin.


La apreciación común en el hebreo moderno para traducir Tanin es la de “cocodrilo”. Si bien tenemos la complicación de que el cocodrilo no lanza veneno (ni siquiera tiene lengua), rara vez alguno de los Crocodylus porosus (cocodrilo de mar) se adentra en el mar, siendo casi en su totalidad reptiles de río o lagos (agua dulce). Por otra parte, los cocodrilos ponen huevos, y no amamantan a sus crías (cosa que hacen los mamíferos), de modo que hay algo raro en Lamentaciones 4:3, al afirmar que “también los Tanin/Tanim dan del pecho para amamantar a los suyos”. El problema podría ser que se confunden las formas que traducen “dragón” con las que traducen “chacal” (Tain, Tanen) o ballena. Este error es común en muchas partes de la Biblia, y en general a nivel de la historia, toda vez que no se tenía conocimiento de muchas especies de los diversos taxones zoológicos, y otras veces no había diversificación de palabras para referirse de ciertas cosas.


En la creación se habría asumido que el cocodrilo sería ese animal gigante que se creó para representar al Eón Quinto, junto con las formas de vida acuáticas, mientras para el Día Sexto fue cuando creó a los “remeshet” (reptantes). El Remesh es la criatura que se entiende que representa a los reptiles. Pero entonces, ¿por qué hacer distinción entre reptiles y dragones, o cocodrilos si todos son reptiles? Acá es donde entra la utilización del agregado ‘ha.gdolim’, es decir, “los grandes”. Se entendía, pues, que había reptiles inusuales, diferenciados de los reptiles comunes, y de ellos un grupo especial que era bastante enorme. Si comparásemos estas alusiones con otros manuscritos encontraríamos otros puntos de vista adjuntos de gran valor. Ese es el caso de 2ª de Esdras, que nos dice que lo que fue producido en el Quinto Eón fueron el Leviatán y el Behemot (cap. 6:47-52). Según el libro de Jubileos de Moisés, estos “monstruos” fueron las primeras cosas de “carne” creadas por el “Señor” (cap. 2:12).


Para complicar las cosas, Henoc nos habla de “dragones alados de los cielos” (libro masónico de Henoc, cap. 29:94), que son seres “orgullosos”. Eso de unos reptilianos alados se caracteriza por ser parte de otras referencias bíblicas, como es el caso de los tales serafines. Otra cuestión rara de las apreciaciones hebreas, el Saraf, que aunque viene del vocablo seref, que es “quemar”, se usa para designar un tipo de serpiente o lagarto. Isaías 30:6 habla de la Saraf Meofef, traducido como la “serpiente que vuela”. No es nuevo que los Serafim, o plural de los Saraf, sea un tipo de ángel de apariencia reptil y envuelto en llamas. Es de suponer que todo el asunto de los reptiles y dragones procede de una historia mucho más remota, e incluso ajena a este planeta. Mucho se ha dicho de los “dioses reptil”, y si además hay ángeles reptil llameantes, sería de considerar que esos tales Leviatán y Behemot del Eón Quinto sean algo más que simples lagartos.


Un importante ejemplo de lo que hablamos acá consta en los anales de la cultura celta, donde el Kolbrin cuenta sobre aquel tiempo que corresponde con el Quinto Eón, que <<las aguas produjeron peces y las criaturas que se mueven alrededor y se retuercen y enrollan en las aguas, las serpientes y las bestias de aspecto terrible que eran de antaño, y los reptiles que se meten y se arrastran. Había cosas Pisando fuerte y dragones en horrible forma revestida de terror, cuyos huesos grandes todavía pueden verse.>> Esto es casi lo mismo que aparece en citas de los textos sagrados hindúes. Claramente encontramos que la descripción celta coincide con el hecho de que en aquella era hubo una gran variedad de criaturas de todo tipo, y muchos de ellos fueron los dinosaurios. Es interesante, asimismo, considerar que las fuerzas de la oscuridad de esta galaxia sean descritas como reptiles antropomorfos, y colectivamente se les designe como Tanin (dragón), uno que opera fuera de la Tierra, o el Leviatán, y otro que está bajo las colinas del mundo, llamado Behemot (la bestia, o el hipopótamo).


Si el Tanin es una criatura tan extraña, y es denominada en tantas ocasiones como “dragón”, habría que asumir que fue creada antes que el resto de las formas de vida en la Tierra, incluidos los reptiles comunes, o por lo menos fueron creados “esos” en concreto que son conocidos por ser tan “grandes”. Esas criaturas tendrían muchas tipologías, según los grupos familiares, algo común en la zoología, incluyendo especies que habitarían en el mar y otra en tierra. Las formas de vida más semejantes a esta idea son los dinosaurios, donde se ven mosasaurios (cocodrilos de mar) al lado de los cocodrilos de tierra, o los plesiosauros al lado de los brontosaurios, saurópodos unos de mar y otros de tierra (aunque a las formas de vida marinas no se les llama dinosaurios). Este ejemplo se ve en las diversas referencias bíblicas, e incluso en la literatura clásica (porque hasta el siglo XIX aún se hablaba de “reptiles voladores”).


Algo que también apoya esta percepción de reptil sobrenatural se puede ver en el libro de Apocalipsis, donde designa al sistema satánico como “dragón”, cuando el que veía la visión podría haber especificado sobre las características de este reptil, llamándolo hipopótamo, ballena, cocodrilo, lagarto o serpiente, pero no usa ninguno de estos calificativos. Lo que se ve constantemente es que para los antiguos era clara la diferencia entre un reptil común y un dragón, y ellos tenían la firme creencia y convicción en la existencia de dichos dragones. Es notorio que antes de la moda de los dinosaurios la cultura popular de todo el planeta estaba familiarizada con los tales, aunque los llamaban dragones. No obstante, se habló mucho de su existencia, no de su extinción, contradiciendo la postura de que los dinosaurios se extinguieron hace 65 millones de años. Es más, hay dibujos mayas donde se ven dinosaurios, también en representaciones de la Grecia Clásica se les ve. Relatos de la Edad media narran cómo los pueblos pagaban a héroes y caballeros para deshacerse de terribles lagartos voladores. Y en China, como no, la cultura de los dragones está fuertemente extendida.


No se ha popularizado el hecho de que el supuesto asteroide que dio fin a la era de los dinosaurios habría impactado la Tierra 300.000 años antes de que los dinosaurios realmente empezasen a desaparecer en masa. Aún a pesar de ello, se siguió teniendo constancia de la existencia de dinosaurios vivos hasta tan tiempo reciente como el siglo XIX.

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