EL MITO DEL JUICIO ETERNO
- Frederick Guttmann

- 8 sept
- 11 Min. de lectura
por: Frederick Guttmann R.
El mito del Juicio Eterno
¿Alguna vez escuchaste a un “cristiano” pretender contravenirte sobre tu vida evocando la doctrina de un “juicio eterno”? Curiosamente, pese a que la expresión únicamente consta 2 veces en toda la Biblia, se convirtió en un “dogma de fe”, una piedra angular, que, en último término, cumple la función de generar sentimiento de premura, miedo y obligación para los no iniciados, de manera que se sumen a alguna de las diversas sectas del llamado cristianismo. El Salmo 119:160 (118:160 de la Septuaginta y la Vulgata) expresa que <<cabeza de tu palabra [es] verdad, y para el Olam todo juicio de tu justicia.>> Olam identifica todo lo creado, y su uso como idea de tiempo indica la duración de la existencia de todo lo que es físico.

No obstante, como no hay en español una definición precisa equivalente para traducir Olam, ponen en su lugar “eternidad”. En el evangelio de Marcos (cap. 3:29), se dice que Yeshua comenta que quien blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene perdón, sino que es reo de “juicio eterno”. No dice que exista “un” juicio eterno en particular, ni usa el artículo ‘el’, igual que en la carta a los Hebreos (cap. 6:2), que habla de una doctrina de ‘Krímatos Aioníou’ (juicio eónico). Más allá de pretender ser una sentencia dictada para recibir un castigo de modo sempiterno, se refiere en realidad al constante actuar de lo que algunos llaman “karma”. Por todos los eones se aplica el principio de causa-efecto y nadie, en ningún mundo, dimensión, época o reino, se escapa del poder de retribución. Ese poder de retribución es equitativo, justo y ecuánime, no desproporcionado ni irracional.
El mito del juicio eterno, más que un concepto adoptado en base a un error de traducción, es una propaganda de marketing que nace hace más de 15 siglos con la iglesia católica, y posteriormente es aprovechado por el llamado protestantismo para la misma propaganda. Una de las razones por las cuales siempre insisto a los que quieren tomar la Biblia como argumento irrefutable de debates teológicos que sean profesionales, que revisen en la lengua original qué es lo que dice y qué hagan un trabajo de comprensión sobre el significado que esas culturas daban a dichas palabras ahí utilizadas, es que puedes creer que algo dice una cosa, pero eso no es a lo que se está refiriendo. Existen diccionarios hasta para descargar gratis de internet, así que no tienen excusa, salvo la mediocridad, el conformismo y una forma de falacia ad verecundiam.
La eternidad es lo etéreo
En partes de la Biblia se escribe la palabra “eternidad”, que es de origen latín (aeterum), relativa al ‘éter’, y sabemos que la literatura bíblica nace con la cultura hebrea, de manera que el latín no tiene nada que ver ahí. ¿Y qué es el ‘éter’? En la cultura helena, se decía que había una fuerza o energía invisible vital y divina que movía y mantenía todas las cosas, una forma de luz invisible que operaba como conciencia en todo lo creado en todo el universo. En efecto, está directamente conectado con el Ki de la cultura china, y casi se podría decir que es lo mismo que el Akasha del hinduismo vedanta. Es el Ruaj hebreo que derivó del sumerio ‘Ru-J’ (conciencia), una forma de fuerza invisible inteligente que da lugar y consistencia a las cosas visibles, y mueve todas las fuerzas del cosmos (aunque Ruaj se traduzca como espíritu o viento). Algunos en la metafísica llaman a eso ‘Energía Infinita Inteligente’, y, por tanto, no se puede traducir como sinónimo del tiempo.
Lo “eterno” (etérico) es lo que es invisible a la materia, pero es real (por cuanto la materia es lo que no es real, toda vez que ella es un holograma de 7 dimensiones creado a nivel mental con el uso del éter, configurando una especie de “sueño” en que nosotros nos experimentamos). Los textos griegos de la Biblia, de los que se tomó la apreciación para traducirla como ‘aetherum’, hablaban más bien de ‘aionon’ (eón), que en otras partes de la misma Biblia el traductor escribe como ‘siglo’, y como sinónimo de ‘mundo’ en otras citas. ¿Qué tienen que ver las palabras: eterno, mundo y siglo? El “fin del siglo” (fin del mundo) no es el final de 100 años, sino de un determinado “eón”. ¿Y qué es un eón? En la comprensión moderna es una alusión a una era o edad, como se usa en la cronología geológica o cosmogónica. Los llamados Testigos de Jehovah denominan a ese "siglo" citado en sus traducciones bíblicas como "el sistema de cosas", básicamente la configuración actual del mundo como lo entendemos, en contraposición a cómo habría sido antes de la presunta "caída" del hombre. Lo cierto es que siglo y eón son traducciones del griego aionon, ajenas a una tal "caída" o "pecado original".
No obstante, remitiéndonos a literatura antigua, un eón era una creación con sus propios tiempos y espacios, algo así como un universo con sus propias dimensiones, pero estaba dentro y era parte de una conciencia que se suele denominar ‘Logos’. Un ejemplo es cómo la Tierra tiene diferentes tiempos (husos horarios), ciclos de luz y noche cronometrados, y eso dentro de un espacio o región medible. A su vez depende de otro espacio y tiempo por causa del sol, y ambos – con los demás planetas de este sistema solar – en función de una región más grande, y esta a su vez respecto de la Vía Láctea, y así sucesivamente. Pero aún más, es como un cuerpo, donde todas las células que le componen y cada una es una porción individualizada del todo (cada célula tiene la información de todo el cuerpo). Cada célula es la conciencia más pequeña que existe y el cuerpo es una conciencia, un ser, a su vez formado por millones de otras conciencias más pequeñas. El planeta Tierra se compone de cantidades de moléculas complejas de calcular, pero su suma crea un todo, que llamamos ‘planeta’. En analogía, eso es lo que filósofos antiguos llamaron 'Logos', y de ahí viene el concepto de conciencia de un eón en la literatura antigua. En consecuencia, un eón es el equivalente a un “algo” que se materializa desde lo invisible, que ocupa lugar (espacio), y posee sus tiempos (revoluciones y ciclos), y todo ello es dirigido por la fuerza vital consciente que creó aquel “algo”, que puede ser un planeta, una estrella, una galaxia (un tipo de Logos). Ese Logos es una conciencia que en derredor suyo a configurado una realidad experiencial para muchas otras conciencia temporalmente menos evolucionadas.
El juicio de justicia (justa retribución)
Ahora bien, ¿cómo se puede entender un “juicio” en este contexto? El uso de la definición ‘juicio’ tiene acepciones diferentes en función de lo que se está hablando, como “tener buen juicio” o ser “juicioso”, “juzgar las cosas”, o “los juicios han caído sobre el hombre”, o un “juicio” de un tribunal. Si juicio fuese literalmente sinónimo de tribunal, ¿se imaginan a un alma “eternamente” en el estrado de un tribunal? Nunca habría veredicto, porque está siempre y para siempre sentado en tribunal del juicio, esperando que se dicte sentencia: eso es un “juicio eterno”. En estricto rigor, juicio es una forma de referirse al EQUILIBRIO que dirigen las fuerzas del Universo. Es compensar y balancear todo para reubicar cada cosa en su centro, donde y cómo debe estar. En el diccionario, juicio es el <<pensamiento en el que se afirma o se niega algo de algo>>, o la <<capacidad para evaluar virtudes, beneficios o adecuación de un conjunto de opciones, y de elegir en consecuencia.>> Es sinónimo de adquirir cordura o sensatez. Cuando se habla en la cultura popular de “los juicios venideros”, se exagera la idea de la fuerza de retribución y compensación. No llegan los juicios (estos se dictaminaron mucho tiempo atrás), sino que tienen lugar las sentencias resueltas en dichos juicios.
Si se revisan bien cada una de las citas que supuestamente hablan de un “juicio eterno”, no están hablando de hallarse en un estrado para siempre, ni de un castigo que se reciba para siempre (ni el diablo sería tan malo para causarle eso a alguien). Al ego le encanta condenar y sembrar odio y destrucción, ver muerte y hacerte cargar culpabilidad. Debido a ello, la mente sin amor puede pensar en castigos para siempre, como el religioso interpreta que sanar el universo es matar gente o torturarla por los “siglos de los siglos”. Destruir solo siembra destrucción, y de una acción de violencia no se puede esperar cosechar otra cosa que no sea más violencia. ¿Y cuáles son los “siglos” que tienen “siglos”? El ego no quiere que reconozcas que es él el que “desaparecerá”, y con él TODAS LAS IDEAS ERRADAS DE LA MENTE, que <<para siempre dejarán de ser.>> Matar es lo que hace el ego, no el amor. Tu alma es inmortal y ETERNA, porque existe desde hace miles de millones de años, y seguirá existiendo por otros muchos tantos millones de años, tras lo cual regresará al universo de donde vino. El alma vino e irá al lugar que existe desde siempre fuera del tiempo y del espacio, donde somos totalidad absoluta unificada como un solo ser. Hasta entonces, seguirás en este universo evolucionando y pronto no pisarás más ninguno de los infiernos de los arcontes. No son siglos de los siglos, sino eón de los eones, o Olam de los olamim, pues hay muchos universos y todos poseen sus dimensiones, mundos y ciclos.
Para que haya justicia debe haber una fuerza compensatoria, y esta opera en cualquier mundo o dimensión, configurando su actuación dentro del tiempo, con independencia del periodo de encarnación de un alma. De esta manera, si algún daño causas - o un bien - y aún en esa vida no se te ha devuelto su equivalencia, lo será en otra encarnación. Además de eso, tu consciencia se hallará en un estado emocional consecuente entre vida y vida. Eso quiere decir que, si causaste daño y no hubo perdón ni compensación en dicha vida, tu consciencia te atormentará en el Más Allá, en regiones dimensionales donde soñarás torturas merecidas, pero que no pagarán tu deuda, porque deberás volver a encarnar para coincidir con aquel a quien hiciste daño, y decidir entre ambos, si se ejecuta el perdón o se causa una retribución: “ojo por ojo, diente por diente”. La sola concepción de que por un daño no recibas el mismo daño “con intereses”, sino un tormento por millones de años, sobrepasa cualquier demencia y carece de todo juicio racional. Ni el juez más mentalmente enfermo dictaría tal sentencia, mucho menos un dios al que llaman “justo”.
En efecto, nunca dejarás de existir, y nunca sufrirás algo IN-JUSTO, pues recibes lo que has sembrado a otro o sobre ti mismo (sea en hecho, palabra, emoción o pensamiento). La mente egóica te dice que si tienes una tienda y alguien entra y te roba una sandía, deben perseguirlo y sentenciarlo a cadena perpetua o silla eléctrica. La justicia (lo que es ‘justo’) podría ser que devuelva la sandía y sea desterrado del pueblo durante una semana, o si lo agarraron sin ella, la restituya (él verá cómo se las arregla para devolverla a su dueño), teniendo un tiempo limitado para ello, aunque puede ser siervo de aquel a quien causó daño, hasta que compense el agravio. Si no puede compensar, le impondrán un trabajo que haga que consiga una sandía y se la dé a quien se la robó. ¿Podría devolvérsela si la tenía y que todo quede a paz y salvo, sin remordimientos? En la verdadera Ley, sí, pero con una firme exhortación - por ejemplo -, a menos que aquel a quien daño le acepte su honesto sentimiento y acción de perdón. Puede que si robase la sandía y lo atrapasen en el acto, la devolviese, y para compensar las molestias al dueño, lo pongan un día entero a trabajar vendiendo las sandías para el de la tienda sin cobrar nada. La justicia (‘iuris’ = justo-derecho) es así, al menos la VERDADERA, que viene de “Dios”. ¿Y cómo se entendería este acto en Latinoamérica? ¿Cómo se entendería en China - donde son más severos -? ¿O en Israel? ¿O en los EE.UU.? ¿O en Europa? No importa el país, aún si pudiesen, nadie te condenaría “eternamente”. Por eso está escrito: <<Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Yahveh, y estemos a cuenta…>> (Isaías 1:16-18, RVA 60)
Hablando de casos hipotéticos, digamos que en Israel la gente que vio robar la sandía le pegaría un buen regaño al ladrón y lo tratarían de persona “no pensante”, y le dirían que si tiene necesidad pida, que todos le dan. Que nadie tiene que robar, eso no se hace. En Latinoamérica, depende, porque podrían agarrarlo a palazos los vecinos o meterlo la policía en un calabozo hasta el día siguiente. En Europa lo detendrían, y tras ver sus antecedentes sabrían si se puede procesar o no, pese a que a la verdad robar comida en muchas partes no se considera delito, o si lo equivalente no suma un valor determinado. ¿Y en EE.UU.? Se crea una fama que nadie se la quita. Si esta persona reincidiese, la mentalidad israelita antigua consideraba la restitución, hasta que no quedase otra que desterrar al individuo, y le perseguirá la mala reputación. Pero, y el “Dios” del cristianismo, ese que es amor, ¿cómo procedería? El ego del “cristiano” diría que el ladrón debe aceptar a Cristo y sus pecados serán perdonados, pero eso, ¿cómo compensa a la persona a quien robó la sandía? No hay cosa más irracional que golpear a tu vecino, y en la corte le pidas perdón al juez, y no a tu vecino. ¿A quién causaste daño, al juez o a tu vecino? Así de ridículo es cuando un religioso dice que “ha pecado contra Dios”, ¿y es que, desde cuando puedes causar daño o perdida a un ser perfecto, eterno, inmortal y plenamente autosuficiente? O pasa igual cuando te haces daño a ti mismo por medio de tus pensamientos, emociones, palabras o acciones, y le pides “perdón” a “Dios”. ¿No sería lo lógico que te pidas más bien perdón a ti, que eres a ti a quien has causado daño? Las consecuencias de nuestros actos dañan o benefician, y los “dioses” solo median en que lo justo se aplique. No van a exonerarte de un daño que has causado a otro, porque en ello no hay justicia sino injusticia. Pero puedes tener un abogado que logre persuadir a una decisión que te ayude a que tu paga sea más llevadera, o como diría Yeshua, “tu cruz”, la que “cargas cada día”, hasta que finalmente te deshagas de ella. Aunque lo mejor es conseguir que te perdona a quien has causado pérdida o daño, y así toda culpa queda libre.
Nosotros sí somos eternos, y sempiternos
Este no es el único cuerpo en el que has existido ni existirás. Estas 3 dimensiones no son las únicas que existen ni las que experimentarás. Este no es el único planeta donde has vivido o donde vivirás. Este universo no es el único que existe ni donde has existido. Existimos en los eones de los eones, y en ellos nos perfeccionamos. ¿Cómo te perfeccionas? A través de la experiencia y evolución de tu propia conciencia. Es tu propia conciencia la que crea el magnetismo para equilibrar las cosas. Así, el “karma” o “pecado-castigo” no es otra cosa sino tu mente obrando por la Ley (causa-efecto, siembra-cosecha). Aunque no te des cuenta por mucho tiempo, lentamente tu conciencia del plano consciente comienza a comprender que lo que te ocurre en la vida - y vidas - es un flujo de compensación para equilibrar todo, porque donde dañas a otro te dañas a ti, porque todos somos <<uno solo y el mismo.>> Y donde haces bien, se te devolverá. En consecuencia, tu conciencia siempre estará llevando tu realidad existencial a la compensación y avance en el equilibrio y evolución del ser. Ese es el juicio (criterio, raciocinio / compensación, equilibrio) que te acompañará en el sueño del universo-mundo, por “siempre”. Ese es el “juicio eterno”, o sea, el principio de balance que rige cada uno de los eones.
Desecha fábulas de infiernos eternos, porque es un insulto a la justicia del dios del Amor, y a la Justicia misma. Es una propaganda en pro de ciertas religiones, y ¡VAYA NEGOCIAZO! En otros ámbitos se denomina a esto “terrorismo de estado”. Pero tú eres un ser libre e inteligente, y ya no estamos en la Edad Media. Existen “infiernos” en otros planos dimensionales inferiores, sí, pero son TEMPORALES, como constructo de tu propio subconsciente para gestionar la búsqueda de tu paz interior (para deshacerte de tu cargo de culpabilidad interior). Y esos estados de la mente son necesarios en la Tercera Dimensión, únicamente, y dejan de ser cuando tu mente-ser se hace consciente plenamente de que todos somos uno y se deshace del ego. Así como no es necesario renacer cuando te has deshecho del velo del ego y la ilusión de la materia, así dejan de cumplir su papel os lugares de auto-revisión mental, pues muerto el ego, la necesidad misma de esos lugares es "absorbida en victoria".











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